En
la presente semana han tenido lugar, como saben, dos aludes (en
zonas no pertenecientes a estaciones de esquí) con
consecuencias trágicas en los Pirineos, uno muy cerca del puerto El
Portalet, en el lado francés, y el otro en la provincia de Lérida,
lo que viene a poner de manifiesto, una vez más, el
cuidado que hay que tener al transitar por las montañas
cuando estas están cubiertas por grandes cantidades nieve. Sobre
este tema, las avalanchas de nieve, versará este artículo y alguno
más.
Ambos
factores se ven influenciados por las condiciones
meteorológicas y las topográficas. Las condiciones meteorológicas
que intervienen están referidas a la temperatura, el viento,
la precipitación…, mientras que las topográficas dependen de la
inclinación de la montaña, de su posición a barlovento o a
sotavento, de la altitud etc. La conjunción de esos factores hace
que tengan lugar diversos tipos de aludes que corresponden a los que
se denominan de nieve reciente, de fusión o de fondo y aludes de
placa.
Los
aludes de nieve reciente son propios del invierno, se originan
después de intensas nevadas y se presentan con temperaturas muy
bajas. Si estas temperaturas están próximas a los 0ºC se denominan
aludes de nieve reciente húmedos. Se caracterizan por una génesis
muy rápida así como por la extraordinaria velocidad con que se
desplazan.
Los
aludes de fusión o de fondo, como su nombre indica, se producen por
fusión en la intersección entre las capas que constituyen el manto
nivoso, lo que le hace perder la cohesión entre ellas. Las causas
del desencadenamiento pueden ser el aumento de la temperatura hasta
alcanzarse valores superiores a los 0ºC o la lluvia. En cualquiera
de esos casos la nieve se hace húmeda y pesada lo que da lugar a un
desplazamiento lento que puede afectar a todo el manto nivoso. Estos
aludes, que son propios de la primavera o de los periodos cálidos
del invierno, arrastran barro, rocas, árboles …
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